miércoles, 25 de mayo de 2011

Los dientes del decir.

Hablar
de la imaginación
es decir del placer.
Volver a decir del placer y
el poder de decir del placer. Su posibilidad que estará en perpetua posibilidad...

Es Narciso andando por gusto de encontrarse en el espejo diciendo lo que existe. Es la cultura dialéctica, por decirlo oldschool, donde lo real es únicamente lo relacional. Y hay el espejo de la sociedad, que.. está somatizada, porqué faltan discursos constructivos e inclusivos. Y por eso solo hablo de gusto, me gusta, porque eso llega lejos.

Zizek en ¿Quieres reír por mí, por favor?), habla de la mirada del “Gran Otro” de los medias. “En el arreglo interpasivo, yo soy pasivo a través del Otro; yo accedo al Otro el aspecto pasivo (de gozar), ya que puedo permanecer activamente comprometido, yo puedo trabajar más horas con menos necesidad por las actividades “improductivas”, como el ocio o el duelo”

Pero el ocio o el duelo se quedan ahí. Seguirán siendo ciertas las palabras de Roal Dahl sino subvertimos la relación con el Gran Otro. Indignación o desesperación, será lo mismo mientras no participemos en algo..: “La democracia no implica por tanto una elevada participación de los individuos… la democracia implica que los pobres y los que no están educados se excluyan por sí mismas a causa de su pasividad”

Por eso, somos la relación que desvela que nos atrapan las palabras. Me gusta esto, quiero vivir dignamente, no me gusta que me mientan. Que todo és un decir que hace la cultura, esa segunda o tercera piel.. sin la cual, el decir carece de profundidad, de esa profundidad que es la piel versus la pantalla. Que son vagos nuestros eslóganes, y cuantas pantallas encontraremos.. Pero siempre tendremos el sentimiento, ¿no?

Y en estas batallas del decir. Bergson decía que 'El imaginario es contrapeso a la inteligencia'. Y el imaginario sostiene la realidad, su posibilidad. Readmitiendo debajo de lo real la posibilidad (que nunca es un dato, eso solo podria serlo la ciencia dura y ni eso). Es ese decir, por ejemplo, por el cual no podremos decir que somos mejores personas por tomar la plaza hasta que haya algo fuera. O podemos repetir que son malos quien nos ha llevado ahí. O podemos lanzar una orden de solidaridad y preguntas. O podemos ser las preguntas.. o la fiesta sana.. o el malestar de la cultura que crea otra cultura..

Sigue Lluis Duch que el imaginario sirve al deseo, así Freud, Jung, Eliade, Durand, concordaron la importancia de las imágenes y del imaginario para la salud física, psíquica, espiritual, en concreto, y de los grupos sociales. Y me comentó sin palabras que mis vecinos-compañeros entienden más la lucha de grupos que la lucha de clases. Grupos sociales que si quedan, tienen ese matiz de gusto, de tribu, de comunidad apolítica. Y pienso que como “no nos representan”, los perfiles socio-económicos, ese suelo que nos determina (que nos enseñó Marx) se confunde con la plaza pública. Plaza por toda representación, quizás, y eso significa también “uso de la plaza” y pensando en el ágora griega (el mitema más general del 'medio' de la plaza tomada), donde digo plaza digo palabra.

Y por palabra-plaza, abriendo la conversación me apunto lo de G.H.Mead: “la comunicación constituye el verdadero proceso organizador de la sociedad”.

Así que cambiamos la palabra. Si llegamos ahí, ¿Qué?. Ya que en el siglo XVIII, Església y Estado liberal se disputaron la posesión de la violencia simbólica. En la plaza, se abre un pulso con ver qué es el suelo público. Y de paso ver quien entiende mejor el sistema, pero eso hace perder a las personas. Y lo digo con inevitable sentido común, pues, por ejempo, el manifiesto aceptado en plaza Cataluña me dijo una antropóloga que parecería punky en mi ciudad (expropiación!, ya).

Volvamos al decir sintético y a ver donde lo podemos llevar. Que las plazas se han reunido con el sentido común contra las estafas bancarias y contra la incapacidad de la política oficial. Y digo sentido común como convivencia de cada uno que se acerca con su historia y experiencias, y también su actitud y ilusiones que se han hecho con imaginación y sobretodo el placer de decir que imaginamos (que creemos posible) otro funcionamiento, otra política-sociedad-dinero hacia algo...

Pero, en general, no tenemos expertos, y las asambleas no pueden llegar a entender porqué el Estado sí puede endeudarse, porqué la alternativa exige estudio y nuestras histórias son las de todo el mundo qué quiera escucharlas.

A ver, será verdad que hemos perdido el miedo. Pero así, hemos perdido el miedo a reunirnos con anónimos. Y los anónimos son aquellos ciudadanos, generalizando, que antes se hablaban según siglas políticas, quizás por ser el símbolo más a mano de discusión. Y ahora, que hay quien dice que somos acéfalos, y Hessel dice que hace falta líderes visibles, y que estamos en un pulso con la realidad (esa posibilidad del hecho que se hace oficial cuando sale en el periódico y ahí estar dispuesta a volver para investir de lo que y como hablamos nuestras cotidianidades); también, y por fin, tenemos brazos para hacer.

Y digo esto, pensando en Richard Sennet y esa Corrosión del carácter mayoritaria en las oficinas que sin embargo no existía en los talleres de los artesanos. Digo esto por decir, intendencia, y porqué reflexiono que por mucho que reflexionemos sobre los contenidos estamos llenando el mal de la sociedad (sus efectos que son los que nos hacen ir a conclusiones, entonces) con cosas.. Bueno, yo con una caverna online. Y en ese estado de impotencia de nuestro día a día, (por obra y arte de la cultura en general; diria engendro-general..) con algo bonito. Un huerto, un diario de acampada, un estado de ánimo combativo y de debate que sirve de cura (y sinó no existiria) de algo anterior. Personalmente lo tengo claro, lo mío, colectivamente; pero, en la suma, creo que eso lastra ir a cosas. ¿Y tu para qué sirves? - nos dicen quien nos mira.

Mi reflexión es que ese ir a cosas es ir a cosas “de decir”. De: mostrar, debatir, solicitar, exigir, explicar, demostrar. Del terreno común. Que es también decir. Del terreno que se da forma. Y esa forma nos acoraza de decires. Esa forma es también secuencia. Esa secuencia es organicidad, es razón como camino de sensaciones. (Y yo ya veo a Zaratrusta salir de ahí...)

Ese tropos ha de producir más personas. Los de dentro. Ese tropos debe invitar. A los que crean. En el acto de fe hay la fe del acto. Y si pintamos acantilados es porque vamos a saltarlos.

Ese tropos ha de coger voces y darles confianza o miedo. Los de fuera. En el saber hay el sentimiento. Y la confianza instituye puentes de comunicación. ¿Ves qué cosas? Debates, huertos, cenas, talleres, canciones de protesta, masajes, críticas, pancartas, cartas al ayuntamiento y nuevas relaciones.

La confianza da miedo, porque no conocemos la persona, ¿y si nos convencen con malas artes? Tomemos las malas artes, invitemos al amor, a la convivencia crítica que implica dialogar; no diremos 'qué' hasta que hayamos hablado todo. Hasta que lleguemos a esa sensación de no poder con más (otra vez) y nos pongamos a hacer gestos (entonces sí irá con indignación in crescendo). Vayamos haciendo acciones que nos hagan decidir: que estamos en el laberinto (económico, social, político, internacional, de los supermercados, de los medios adozenados, del silencio organizativo, de la persecución de los tiburones de ellos...). Creo que aun falta, en mi plaza, descubrir los enemigos. Pero también tenemos eso, 'no nos representan'. Y, quizás, 'no es el arte la luz que nos ciega los ojos', pues siempre tendremos compañeros de camino.

O salimos 'por arriba' del laberinto. O cuidamos la comunidad en adelante. Pues los perros viejos ya saben lo que hay que hacer, que hay que hacer lo de siempre, contactar con los de siempre, buscar lo de siempre, porque no están dispuestos a negociar tanto (que ya lo estan mucho) y saben esperar posibilidades innovadoras. Y digo yo, ahora sí, el peor enemigo soy yo mismo.

Por mi mismo, más que el decir, soy. Ya soy algo, ya tenia decido los cambios. Me contento con ser atractor de la palabra simbólica. Por ahora, no acabo de decir porqué escribí que:

Sin la imaginación habría solo memoria, exacta y insufriblemente subjetiva y condenatoria. Sin la imaginación no habría comunicación, y si no hubiese sentido común tampoco habría comunicación. Sin la imaginación no habría comunicación, y sin imaginación no habría individuos deseantes. Y como sin comunicación no sabríamos del sentido común, y la comunicación da estatuto a las cosas, entonces creo que la imaginación se ha de encontrar en otro lugar que no es el lugar del sentido común.

Y en estas relación de sentido común y imaginación, siempre la segunda lucha contra algo. Pues bien, tomemos esa lucha para nosotros y también para la primera. Por ejemplo: Escribamos, sin sentido común no hay revolución.

Si la imaginación es para algún modelo investir el deseo en, funciona como adaptación, como negociación dinámica, como medida de la posibilidad de que el deseo exista. Y que el deseo exista no es vano sino una cuestión de la existencia de la sociedad misma, del otro mismo, de los otros, de nosotros. Podríamos decir, por ejemplo, pues aquellos y yo que pensábamos que guardarse de los sueños de los otros, tanto, al menos, como creíamos que teníamos que guardarnos de los nuestros cuando creíamos que eran solo un decir sin posibilidad.

Soñad, soñad que es felicidad, que es virtud, que es libertad atenta y lucha y sentimiento en busca de la comunidad y de la felicidad en la comunidad. Y. Pero no me cuenten historias que no me dejan participar.

Somos y hemos sido un nuevo decir. Todo es santo hasta llegar ahí. Que puede ser cualquier parte, íntimo, intra y supra relacional, micro o macro grupos: vamos a darles envidia. No hay palabras que no nos representen. Estamos ya en el sentimiento, ¿vale? “La palabra mata pero el espíritu da vida” que escribió William Blake. Y Cumming decía que “el hombre es mitad el mismo y mitad sus expresiones”. Y eso solo puede ser un futuro que compartimos, que por artes de representación, en ahora, es sueño. Recordémoslo y “digamos”: Esto Siempre Ha Sido Muy Real, siempre ha habido la necesidad!

Soñemos porqué es mucho peor no admitirlo. Y es mucho peor soñar solo. Y sobretodo que nos dejen soñar... que nos pinten ilusiones, sonrisas fraternales. Ya sabíamos que era imposible, pero, ¿cual es la medida de tu dignidad?
“Seria conveniente no olvidar que la patologización de lo humano, tanto a nivel individual como colectivo, acostumbra a producirse siempre que tiene lugar la interrupción más o menos abrupta de la comunicabilidad: entonces, la relacionalidad como forma genuina de presencia del ser humano en el mundo se echa a perder quedando recluido en los estrechos límites de un 'yo inexpresivo e inexpresado'” Duch, Estaciones del laberinto, p.95

El signo es también el hombre que produce y relaciona y pervierte los signos finalmente en él. Aunque no puedo ser el signo de la sociedad ni de la feria, soy mi signo. Y el signo es el esbozo de algo, sin duda. Su medio oscurece el juego de la presencia/ausencia. Soy el algo que saber que hacer y decir es diferente, de ahí la autenticidad que me prescribo. Y sí, en esas cosas que miran diciendo después, bien y mal, bien les responderé que “’Tis better to be vile than vile esteem’d"..

El hombre es possible, decía Barthes que desmitologizó el mitologogizar, y eso es a la vez terrible y bello. Y ahora me gustaría decir que voy a hablar mal. Pero yo no tengo fuerza de no vivir el presente que es más digno. Digno y con gusto, que quiero compartir.

(ennandau p.9) Una bella forma cautiva nuestra atención, disfraza lo esencial y nos hace gozar, en la seguridad de la sala, de los horrores que trastornan la escena. La osci-lación entre el yo y el no-yo, la duplicidad de lo mismo y lo otro que produce el placer del espectador, repite otro desdoblamiento, tanto del autor como del drama-turgo, y en definitiva el del propio sujeto, capaz de pertenecer a la vez al espacio donde está y al del objeto que contempla, de disfrutar aquí de lo que le repugna allá.

Hablemos de qué se debe representar. Ya sé que lo hacemos, pero hagámoslo positivamente. Porque temo que nos convirtamos, nuestro sentido, en el juguete de los espectadores. Evitemos la opinión pública de los expertos en que nada cambie.

Y os recuerdo que pido dignidad a los medios. Pues ya leí a Rousseau que condenaba: “Un comediante en el escenario, exponiendo sentimientos que no son los suyos, dicien-do sólo lo que se le hace decir, representando a menudo a un ser quimérico, se ano-nada, por así decirlo, se anula con su héroe, y en este olvido del hombre, si acaso queda algo de él, sólo sirve como juguete de los espectadores”. La corrupción del teatro es la corrupción misma de la representación. (Ennandau) Y el teatro político ha de servir a las personas. Y si no estamos en un proyecto en favor de lo común ¿para qué tanta sociedad bienpensante?

Así que: seamos superbarrio (con nuestras pesadillas) o seamos mohttp://www.blogger.com/img/blank.gifnstruos (chttp://www.blogger.com/img/blank.gifon sus sueños).

..
Oh, las fuerzas.. ¿Estamos limpios ya?

(link)

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Segundo ensayo. Voy reescribiendo. Porque esto es crítico y íntimo.

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