viernes, 30 de julio de 2010

algo supuestamente feo..

Tu imaginación es como una de esas cajas destinadas a coleccionar ejemplares de plantas. En ella reúnes los cuerpos desnudos de todos esos efebos que has visto duratne el día, y, cuando estás en la cama, en tus casa, eliges al individuo adecuado para la pagana ceremonia del sacrificio ritual, eliges a aquel con el que tu fantasía se ha encaprichado. Lo que sucede a continuación es asqueroso.
Conduces a la víctima a una curiosa columna hexagonal, y lo haces llevando oculta, a la espalda, una cuerda. Entonces atas su desnudo cuerpo a la columna, colocándole los brazos por encima de la cabeza. Procuras que ofrezca mucha resistencia y que grite mucho. Das a la víctima una detallada descripción de su próxima muerte, y mantienes en todo momento una extraña e inocente sonrisa en tus labios. Sacas del bolsillo un cuchillo muy afilado, te acercas a tu víctima y le cosquilleas levemente, como acarciándolo, la tensa piel de su pecho con la punta del cuchillo. Da un grito de desesperación y retuerce el cuerpo en un intento de esquivar el cuchillo. Jadea, rugiendo aterrado. Le tiemblan las piernas y sus rodillas entrechocan produciendo un seco sonido. Lentamente introduces el cuchillo en el pecho. (¡Sí, ese es el indignante acto por tí cometido!). La víctima arquea el cuerpo, emite un desolado y desgarrador chillido, y un espasmo estremece los músculos alrededor de la herida. El cuchillo ha sido clavado en la carne estremecida con la misma calma
con que hubiera sido enfundado. Salta un chorro de sangre burbujeante, y la sangre sigue manando hacia los suaves muslos de la víctima.
El placer que experimentas en ese momento es un sentimiento genuinamente humano. Lo digo porque en ese preciso instante
posees aquella normalidad que constituye tu obsesión. Sea cual fuere la forma que tu fantasía adopta, te siente sexualmente excitado hasta lo más honodo de tu realidad física.
¿...? otra vez Yukio Mishima c.de una máscara. p183

Para una posible discusión literaria, destaco dos partes -las sin cursiva- para mejor reflexionar. Éstas se elevan del léxico del cuento, diria, y no tienen otro papel que posarse en el cuerpo(sic') del autor. Saliendo del lenguaje del texto. Sacando la cabeza a la metaliteratura. En la tragedia ficcionada, son caramelos orgánicos. Y la derriten (la tragedia), (o quizás no es tal) la decadente golosina que seria la sublimación de la tragedia del Yukio de la novela para el lector. (Herrumbre, hay que tener herrumbre! decía Nietzsche). Como separar una sensación y un relato, que como si se dejaran caer, se deshace como imágen, y así dejando limpio 'sin saberlo' el terror de ella misma y quizás dándo paso al verdadero juego... la conciencia crítica de las manifestaciones psíquicas radicales como canal entre la ficción y el ser del autor y su mundo.

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